El hígado graso es una afección caracterizada por la acumulación excesiva de grasa en las células hepáticas. Se asocia principalmente con el sobrepeso, la obesidad, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico, aunque también puede aparecer en personas con un peso saludable debido a factores genéticos o dietéticos.
El tratamiento se basa en mejorar el estilo de vida para reducir la acumulación de grasa en el hígado y evitar su progresión. La alimentación juega un papel clave en este proceso, priorizando una dieta equilibrada rica en alimentos frescos y naturales. Se recomienda un mayor consumo de verduras, frutas, legumbres, cereales integrales y proteínas magras, así como la inclusión de grasas saludables presentes en frutos secos, aceite de oliva y pescado azul.
Reducir el consumo de azúcares añadidos, ultraprocesados y grasas saturadas es fundamental, ya que estos favorecen la acumulación de grasa hepática y el desarrollo de resistencia a la insulina. También es importante moderar la ingesta de alcohol y mantener una hidratación adecuada.
Además, la actividad física regular contribuye significativamente a la reducción de grasa hepática y la mejora del metabolismo. Un enfoque nutricional adaptado a cada persona, junto con un estilo de vida saludable, permite revertir la enfermedad en muchos casos y prevenir complicaciones a largo plazo.